denuncia , discriminación , libertades , noticias , periodismo , politica , sociedad , violencia Domingo, 1 noviembre 2015

Periodista Verónica Linares denuncia broma sexista de un reconocido político

Otra víctima del machismo disfrazado de broma. Imagen vía terra.com.pe

Otra víctima del machismo disfrazado de broma.
Imagen vía terra.com.pe

El 19 de octubre pasado, en el Día de Lucha contra el Cáncer, la periodista Verónica Linares condujo, como todos los días, N Portada, que se emite de lunes a viernes a las siete de la noche en Canal N.

La dinámica del programa consiste en debatir los cinco temas más importantes de la coyuntura. Para ello se invita a dos políticos o analistas que, generalmente, pueden tener posiciones distintas sobre los temas a tratar.

Ese día, la periodista llegó pocos minutos antes de salir al aire y debió colocarse en el pecho un cintillo distintivo de todos los 19 de octubre. Hasta ahí todo transcurría con normalidad hasta que uno de los invitados hizo una broma referida al busto de la conductora. 

(esta pudo haber sido la reacción de Vero Linares si es que no hubiese estado frente a cámaras) Imagen vía www.farandulita.com

(esta pudo haber sido la reacción de Vero Linares si es que no hubiese estado frente a cámaras)
Imagen vía www.farandulita.com

En su columna en Viu de El Comercio, Verónika cuenta no solo ese incómodo momento, sino el posterior debate fuera de cámaras que sostuvo con el bromista ocasional y el lamentable desenlace. Aquí resumimos el incidente (recomendamos leerlo completo):

«Mi compañero me recordó que estábamos apoyando la campaña de lucha contra el cáncer de mama y que no olvidara colocarme el lazo rosado en el pecho. Como la música de presentación del programa ya estaba al aire, no me importó dañar la blusa con el imperdible, en ese momento, un invitado le dice al otro: «a ella le queda mejor el lazo ¿no?», lo hizo un poco en voz alta y un poco en voz baja para que yo lo escuche. Se estaba refiriendo a mi busto y eso me sorprendió porque no es una persona con la que tenga mucha confianza.

Cuando empezó el programa le hice saber mi desacuerdo con su comentario y a la hora de presentarlo antepuse a su nombre el calificativo de «locuaz». Todos sonreímos y para mí con eso se había acabado el tema.

No soy de las mujeres que rechaza las bromas de connotación sexual, al contrario, me divierte hacer chistes de doble sentido e incluso hasta ser la protagonista de alguno de ellos. Tengo harta correa pero siempre con mis amigos y eso fue lo extraño en ese caso. En 17 años de carrera he entrevistado a este político muchas veces y nunca hemos sido más allá del tema que nos convocaba. Quizá intercambiamos algún chiste político y punto. Es más, yo creía que él era alguien muy despistado interesado solo en su rollo político y que tal vez ni sabría mi nombre pues, siempre que le hacía preguntas durante el programa, él prefería responder mirando a mi compañero.

Nunca había tomado a mal ese detalle porque imaginaba que sucedió lo mismo que en el programa matutino donde la imagen de mi colega de al lado, con más experiencia que la mía es más fuerte y jala la vista de algunos entrevistados. Pero luego de ese comentario sexista, me parece que no paso tal desapercibida ante sus ojos.

Ese día, el programa estuvo tranquilo, pues los entrevistados tienen posturas similares en general. Pero faltando unos segundos para el final, discrepamos sobre un tema y, como no había tiempo para polemizar, quedamos en hacerlo más adelante.

Al terminar el programa, él siguió defendiendo su punto de vista sin mirarme a la cara -haciendo contacto visual con los demás- incluso le reclamó -supuestamente en broma- a mi compañero mi comentario. Le respondí que nadie me dice lo que tengo que decir y que lo sentía. Pero mi postura sobre su agrupación política no cambiaría. Lo que más me molestaba de todo es que mientras hablaba seguía caminando y yo lo perseguía para responderle. Si le interesara mi posición y despejarme dudas, pudo haberse detenido, mirarme a la cara y exponer sus motivos con calma. Pero prefirió utilizar la frase preferida de los machistas que se quedan sin argumentos cuando debaten con una mujer. Tomó del hombro a mi compañero -lo encontró en el pasadizo- y le dijo: «Bueno, hermano, a las bonitas se les perdona todo».

Demostró así su intolerancia y verdadera actitud hacia las mujeres. Un personaje que actúa así deja ver que todo su rollo de la alternancia de género, de la defensa a los derechos de la mujer en casos de aborto por violación son solo palabras para la tribuna. Un político más que quiere hacernos creer que busca llegar al poder por el bienestar del Perú. Y que está dispuesto a «perdonar» a las mujeres que no opinan como él en lugar de debatir con ellas.»

Este útero corroboró los detalles que la periodista ofrece en su columna y dio con que el político de larga data que se ajusta a todas las referencias sería nada más y nada menos que Carlos Tapia, exasesor presidencial de Ollanta Humala y miembro de Ciudadanos por el Cambio.

Por ejemplo, al empezar su programa del 19 de octubre, Verónika aparece con el lazo distintivo y presenta a Tapia como «el elocuente»:

Sin embargo, al consultar con la propia conductora, prefirió no ahondar más en el tema y no revelar el nombre del personaje del que hace referencia en su columna. Y creemos firmemente que hay varios que podrían calar perfectamente en el papel del payaso machista.