arte , comics , libertades , noticias , redes sociales , sociedad Martes, 3 marzo 2015

La poco conocida historia de Bonil, el caricaturista ecuatoriano que podría ir a la cárcel por meterse con el poder

Diego Pereira

I'm back, bitches » @algunpereira » diego@utero.pe

Paseando por el feis de Juan Acevedo nos encontramos con la increíble historia del reconocido caricaturista ecuatoriano Xavier Bonilla, quien firma como ‘Bonil’ en el diario El Universo. 

‘Bonil’ en ocasiones previas ya había tenido encontrones con las autoridades, sobre todo por andar burlándose del presidente Rafael Correa, pero esta vez realmente podría ir a la cárcel.

Sancionado por el gobierno luego de hacer una caricatura burlándose de un asambleísta y ser acusado de promover discriminación. ¿Es una caricatura racista? Juzguen ustedes, esto es lo que ha sucedido hasta ahora:

 

Y todo tiene que ver con esta caricatura

Un juego de palabras acusado de racista. Imagen: Bonil

Un juego de palabras acusado de racista. Imagen: Bonil

Quien aparece en la intervención de Bonil es el asambleísta del oficialismo y exfutbolista Agustín «Tin» Delgado. La caricatura está inspirada en este video viral de Delgado intentando leer un discurso ante el parlamento ecuatoriano (y fallando en el intento).

Apelando al humor, así explica Bonil su inspiración en una entrevista exclusiva con Omar Zevallos de la revista Artefacto:

(…) los caricaturistas andamos a la caza de temas y generalmente estos se ubican en los protagonistas del poder; asambleístas, disputados, burócratas o el mismo presidente. Y este caso fue tomado de un video subido a YouTube que se había convertido en viral; y a mi me pareció inadmisible que una persona que ostenta ese cargo haga este papelón y eso dio pie a que mucha gente en la calle diga «Pobre Tin» y yo hice un juego de palabras, para decir que no debemos tenerle lástima y que como asambleísta que obtiene un sueldo de 6 mil dólares, ya no podemos decirle «pobretón».

Cuenta VICE News que esto le valió a Bonilla, y al diario que lo publica, una acusación por «discriminación socioeconómica» de parte de la SUPERCOM (Superintencia de la Informacion y Comuncación), el intimidante nombre del vigilante de los medios en Ecuador.

Bonil, siendo muy fino.

Bonil, siendo muy fino.

En este momento su caso se encuentra en trámite ante la Fiscalía. De decidirse que hay materia para un proceso, el caso llegaría al juzgado e iniciaría el juicio. Como dijimos, podría acabar preso (la pena es de 1 a 3 años de cárcel).

Sobre el «proceso» al que se vio sometido por SUPERCOM, Bonil cuenta en la entrevista de Artefacto que fue así:

«(…) nos acusaron de «racismo» y no presentaron pruevas. La «prueba» fue un recuento de varios casos de racismo en el mundo, en el periodismo, en las artes, en la cultura, etc. y por lo tanto «la caricatura se inscribe en esa corriente racista».

Situaciones tan absurdas que ni a Kafka se le ocurrieron. Sobre todo considerando que SUPERCOM ha actuado como juez y parte.

 

Y esto ya había pasado antes

El presidente ecuatoriano Rafael Correa le regaló una exagerada chapa a Bonil: «el asesino de la tinta». Sobre el dibujo en particular que perturbó a Correa, así escribe el diario El Comercio:

El 28 de diciembre, el dibujante publicó en el diario «El Universo» un gráfico con personajes de fusil y casco llevándose computadores y cajas, con la leyenda: «Policía y Fiscalía allanan domicilio de Fernando Villavicencio y se llevan documentación de denuncias de corrupción» contra el gobierno.

Correa, quien se quejó por el dibujo sobre el allanamiento a la vivienda de Villavicencio, asesor del diputado opositor Cléver Jiménez, retó a Bonilla a que probara esa afirmación.

La «rectificación» (en sí un absurdo pedirla) que hizo Bonil es magistral:

Booyaaaa

Booyaaaa

Pero, ¿por qué Correa puede hacer esto? Cuenta VICE News que todo esto tiene que ver con una controversial ley aprobada en el 2013. Con la nueva regulación, las autoridades pueden multar con hasta aproximadamente 500 mil dólares a un medio, en caso crean que lo merecen. Y ya hemos visto que sus procesos no son muy justos.

«Mientras tanto los periodistas no escriben, los editores se censuran y los medios cierran las puertas», dice la nota de VICE. ¿En qué momento se volvió tan difícil tener una opinión?

Diego Pereira

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