internacionales , periodismo , violencia Jueves, 8 enero 2015

Perú es Charlie. Las mejores reacciones de la prensa local ante el atentado en Francia

Hemos hecho una recopilación de lo mejor de la prensa local ante el atentado de Charlie Hebdó. La portada de Perú.21 de hoy es francamente notable:

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Álvarez Rodrich: el golpe contundente de una imagen

Todo asesinato es lamentable, pero el de un periodista es, al mismo tiempo, el intento de matar la posibilidad de que la sociedad se exprese para que se puedan dar a conocer los distintos puntos de vista sobre todo tema.

El caso de los caricaturistas es particularmente relevante porque tienen la habilidad para, de un modo tan claro y directo, transmitir una idea con ironía, lo cual les permite llegar con su mensaje con contundencia y de un modo mucho más potente que el de cualquier columnista, algo que saben bien los lectores de La República, quienes cotidianamente pueden apreciar en sus páginas el trabajo de Carlín.

 

 Mirko Lauer: la lógica sanguinaria

La masacre de París entra en la lógica sanguinaria del ISIS: atentados de bajo calibre con enorme impacto mediático. Infames remakes de la táctica del anarquismo terrorista de los pasados dos siglos, ahora con armas automáticas. Pero debajo del celo religioso estos asesinatos son vehículos para expresar también furias laicas contra las libertades que son la fuerza de occidente.

En efecto para occidente este atentado es un tema de la libertad de expresión y de la vigencia de sus instituciones. En ese contexto quienes se sienten ofendidos por una caricatura pueden acudir a los tribunales, y ganar. Algo que ya le había sucedido a Charlie-Hebdó. Incluso Hara-Kiri, su antecesor, fue permanentemente clausurado por la justicia en 1970.

 

Juan José Garrido: los extremos, la intolerancia y el fanatismo ciego

Libertad y creencias no van siempre de la mano. Pero las barbaries que se cometen en nombre de las religiones, o de los dioses, como quiera verlo, escapan a la razón. Lo importante a destacar es que la intolerancia religiosa que genera ataques a otro grupo de fanáticos, a una revista, a una embajada o cualquier otro objetivo civil debe ser enfrentada por todos, creyentes y no creyentes.

¿Cómo enfrentarlos? Difícil decirlo; los peruanos sabemos de primera mano lo que significa afrontar a la barbarie ideológica, otro giro del fanatismo que ciega y envilece. También sabemos que la mejor ofensa contra el fanático es no caer en su juego, en ese que implica saltarse las vallas institucionales para ajusticiar sin espacio a reclamos. De eso también sabemos los peruanos.

 

Patricia del Río: las limitaciones de la comunicación

Recuerdo que hace muchos años, en un curso de psicolingüística, el profesor Marcos Herrera dijo una frase que se me quedó grabada para siempre: “Nos sorprendemos cuando la gente no logra comunicarse, no logra entenderse, cuando en realidad deberíamos sorprendernos cuando sí lo logra. Cuando la comunicación resulta efectiva”. Herrera, si mi memoria no falla, partía de la premisa de que en un diálogo entre dos personas entran en juego tantas variables (la edad, el sexo, la cultura, la manera de ver el mundo, las creencias, el conocimiento que se tenga de la materia de la conversación, los prejuicios, etcétera) que, al momento de intentar comunicarnos, el hecho de hablar el mismo idioma no asegura nada. No es garantía de nada, pues todo lo que somos y sabemos en ese instante va a jugar un rol importante en la interpretación de las palabras del otro.

Hay, sin embargo, ciertas variables que me parecen más contaminantes que otras: las ideologías políticas, las creencias religiosas, los prejuicios, las miradas absolutamente reduccionistas sobre la realidad suelen funcionar como petardos en los intentos de comunicarnos. Como baches insalvables que no solo entorpecen el diálogo o el intercambio de ideas, sino que lo hacen imposible. En las redes sociales en que los individuos suelen escudarse tras la pantalla de la computadora y actuar de manera más “libre” el asunto se vuelve evidente: como periodista nunca he recibido más insultos irracionales ni más ataques personales que cuando se me ha ocurrido criticar algún aspecto relacionado con la religión.

 

Fernando Vivas: Somos hijos de la Revolución Francesa

Todos los que ejercitamos la pluma, el teclado y la mente en Occidente, somos hijos de la Revolución Francesa. Ella cortó cabezas y entronizó principios que todavía nos seducen con el brillo de lo absoluto. Pero, repito, no lo son. Son relativos. Como la libertad de expresión, sublime derivado de la libertad a secas. Los derechos humanos, las guerras y armisticios, las migraciones masivas, la globalización, nos han llevado a relativizarla. (…)

Y, nos preguntamos, en serio y en broma, si tanta corrección política podría llegar a dejarnos sin temas para picotear; si la libertad de expresión aguda, la que punza y quema, la que denuncia y mueve conciencias, no acabaría tan arrinconada que se asfixie. Aunque no estoy seguro, yo creo que no podría pasar eso por más correctos que pretendamos ser, pues el área de la libertad de expresión frente a la cosa pública es tan vasta, que compensa otras parcelas vedadas. Y algunas de esas parcelas podrían dejar de estar vedadas si nos aproximamos a ellas por otros puntos de abordaje.

 

 

Iván Slocovich: el grave problema en Francia

En pleno siglo XXI, no se puede permitir ningún tipo de atentado contra las libertades, y menos de este calibre, provenga de gobiernos o de fundamentalistas religiosos. Y acá no se trata de sacar cara, como periodista, por el derecho a expresarse sin cortapisas a través de un medio. Lo señalo porque en estos tiempos el mejor indicador de democracia y libertad ya no son las elecciones cada cuatro o cinco años, sino la facilidad o dificultad con que los ciudadanos pueden manifestar lo que piensan.

Pero aparte del atentado contra el semanario Charlie Hebdo, la situación vivida ayer en París resulta casi inédita y muestra un grave problema de seguridad en Francia, pues a diferencia de otros atentados cometidos contra blancos occidentales, en que se recurría a explosivos colocados con anterioridad, esta vez hemos tenido a unos sujetos provistos de fusiles AKM que han actuado con total libertad en las calles, con los rostros cubiertos y conduciendo un vehículo.

Mario Molina es Charlie

Mario Molina es Charlie

Juan Carlos Tafur sobre el epicentro de Occidente:

Occidente ha sido, con altibajos y paréntesis a lo largo de su historia, el teatro de operaciones en el cual se ha podido plasmar en mayor me­dida que en otras partes del mundo esta visión liberal de la vida individual y de la sociedad.

Y ha sido justamente en Francia –la nación que hoy sufre el ataque simultáneo del fanatis­mo religioso y de las cavernas ultranacionalis­tas– donde se empezó a pensar en la necesaria separación de la Iglesia y el Estado y luego entre el Estado y el individuo, el pensamiento de la Ilustración que luego irradió al mundo haciendo de la libertad un emblema cultural de toda una civilización.

Esta conquista ha sufrido di­versos embates, unos terribles y espantosos, como sucedió en la época de los fascismos y el comunismo. Y logró derrotar­los subrayando su esencia libertaria, antes que cediendo a quienes clamaban por asemejarse al enemi­go para poder combatirle mejor.

 

El Búho: la trayectoria de Charlie Hebdo

Claro, quien ha estudiado la historia de la publicación ‘Charlie Hebdo’ sabe que adoptó un humor corrosivo, punzante, hasta cierto punto visceral. Me imagino que por herencia. Recuerden que durante la Revolución Francesa destacaron periodistas como Pedro Pablo Marat, que fue asesinado en su bañera por Carlota Corday porque sus escritos iban a llevar a miles de opositores del jacobismo extremo a la guillotina. Ese humor tan francés de ‘Charlie’ era de los que hacía reír a los enemigos de los caricaturizados y hacían rumiar odio y venganzas a los aludidos y sus seguidores.

Así, en 1970, cuando la publicación se llamaba “L’hebdo Hara-kiri”, recibió su primera clausura porque el día que murió el expresidente y héroe de la resistencia francesa, Charles de Gaulle, apareció con este titular: ‘Baile trágico en Colombey: un muerto’. Colombey fue el pueblo donde residió De Gaulle luego de retirarse de la política. Unos días antes de su deceso hubo un incendio en una discoteca de ese pueblo y murieron varios jóvenes. Por eso, el día del fallecimiento del estadista, el titular hablaba de ‘baile trágico’, lo que fue considerado una afrenta por el gobierno y los censuraron.

 

Maritza Espinosa: el fundamentalismo local

Los fundamentalismos suelen ser así. Sendero era fundamentalista y quería destruir el sistema y para ello no se paraba a empatizar con sus víctimas. Fundamentalistas son algunas sectas que, si pudieran, enviarían a achicharrarse al infierno a quienes consideran pecadores (por ejemplo, a quienes ejercen el amor homosexual, que ellos consideran abominación). Fundamentalistas son aquellos que piensan que todo el que se opone al modelo de mercado es un terrorista disfrazado.

El fundamentalismo se basa en la ausencia total de empatía por el otro. En el desinterés absoluto por entenderlo. En la incapacidad de ponerse en su pellejo y pretender captar por un momento por qué es así, por qué piensa como piensa, qué se puede salvar de ese otro que puede enriquecernos también.

 

Rafo León: el problema de la religión

Ergo: se trata de grupos radicales musulmanes que surgen en realidades específicas, en gran parte al calor de la política militar occidental, incluyendo a Israel. No cometamos el imperdonable error de empaquetar a todos los musulmanes en el mismo saco. Aparte de que sería equivocado y discriminador, solo se conseguiría con ello ganar adeptos contra lo que definirían como «el resto de la humanidad», un solo enemigo. (…)

Lo que estamos viviendo es el resultado de haber construido el poder en el mundo sobre tres religiones monoteístas. Como constructores de historia, hemos hecho una casa sin cimientos reales, solo imaginados por tres dioses exclusivos y excluyentes.

 

Carlos Tovar «Carlín»: las razones sexuales

Estamos frente a una gran amenaza, pero no se trata de una amenaza religiosa, no estoy hablando de eso. La amenaza es más bien un producto del sistema económico. De eso estoy convencido. La economía es una maquinaria excluyente. Muchos han venido diciendo, desde hace tiempo, y yo entre ellos, que esto iba a reventar un día. Está reventando por el lado del Oriente. Pero por razones muy explicables. El hervidero del fundamentalismo en el Medio Oriente está atizado por la abundancia de jóvenes sin trabajo, porque ahí no tener el trabajo significa no poder casarte. Y no poder casarte significa no poder hacer el amor, porque el amor no existe fuera del matrimonio. O sea, a la persona que no tiene trabajo se le cierran todas sus posibilidades de hacer algo en la vida. Entonces, la carencia de trabajo es algo mucho más violento. Y para mí el problema número uno en el mundo ahora es que la economía es una trituradora de empleos.

La raíz de esto, está ahí. Hace poco hubo un trabajo de Oswaldo de Rivero, el título no suena bien en estos momentos pero se llama “Sexo y yihad”, donde explica que la alternativa para los jóvenes que no tienen futuro es la yihad. Como acá en el Perú son las barras bravas, allá es la yihad. Claro, acá la cosa es bastante más inocua, pero es lo mismo.

 

Juan Acevedo: la libertad que produce el humor

[En Charlie Hebdo] se burlaban en general de lo que podríamos llamar «la mentalidad burguesa», en tanto recorta la conciencia, la ordena de una manera que termina empobreciéndola. Era fundamentalmente una actitud crítica, un pensamiento crítico.

Me parece que en materia de humor siempre será difícil establecer los límites. ¿Cómo ponerle límites al humor? Lo dice un poco el sentido común. A diario sabemos cuánto ofendemos a una persona cuando decimos tal o cual cosa…

El humor es como una flecha que va abriendo espacios en la mentalidad. En el humor hay mayor permisibilidad. Sin el humor existen cosa intolerables, gracias al humor se hacen tolerables. Siempre ocurre así.

Desde el humor sentimos la realidad. La expresamos. El humor es en esencia libertad. Es lo más libre que tiene el ser humano.