metaperiodismo , sociedad Viernes, 28 noviembre 2014

Este artículo de una revista de Harvard revela uno de los secretos mejor guardado del periodismo peruano

Diego Pereira

I'm back, bitches » @algunpereira » diego@utero.pe

‘Revista: The Hardvard Review of Latin America’ es una publicación de la universidad de Harvard que recientemente ha contado la historia del diario más vendido en el mundo de habla hispana: el Trome.

El artículo, escrito por Liz Mineo, narra cómo hizo el tabloide peruano para rayar tanto en ventas y ser tan relevante en la vida de los peruanos. Pero la nota tiene algo más paja aún: la verdadera identidad del columnista de opinión más leído de la prensa peruana (y mi héroe personal), el Búho.

Pero vamos por partes.

 

Un tabloide familiar que solo funciona en el Perú

Portada de Trome (28/12/11)

Portada de Trome (28/12/11)

734 mil copias vendidas a diario hacen que el Trome se ubique por encima de El Comercio (90 mil), el Clarín de Argentina (280 mil), El País de España (325 mil) y El Tiempo de Colombia (400 mil). ¿Cómo lo logró? Dice Liz Mineo:

Como muchos tabloides, en las páginas de Trome abundan escándalos y chismes, noticias de entretenimiento y fotografías de mujeres semi-desnudas. Pero a diferencia de los que cubren sus portadas con fotos sangrientas y titulares destemplados, Trome envía el crimen y la nota roja a sus páginas interiores junto con secciones de belleza y salud, horóscopos de amor y sexo y columnas de chismes. Para Trome, el escándalo vende más que la sangre.

¿Qué tal mezcla no? Precisamente, remarca la periodista, eso es lo que hace que Trome sea un tabloide familiar y que reviente en ventas. Tanto así, asegura, que el caso del diario ahora se enseña en escuelas de negocios alrededor del mundo. Incluso muchos curiosos editores pasan por Lima para averiguar cómo hacerlo.

Al respecto, Jacqueline Fowks recuerda una gran anécdota en este artículo para la Revista Velaverde:

La noche del sábado 23, víspera del huaico de entrevistas que concedió el publicista Favre, tuiteó: “A los que aquí desprecian el Trome, sepan que es lectura obligatoria para hacer marketing electoral en Lima. Mi 1era. lectura diaria”. La reacción entre ciertos críticos de Trome en las redes fue simplista, no consideró que el estratega tiene acceso a información privilegiada sobre la política y la población peruanas desde inicios del 2011, cuando se insertó en el entorno del grupo que llegó al poder con Ollanta Humala. Por otro lado, otros felicitaron a Trome. Al convertirse en ‘tendencia nacional’ en Twitter, el director del medio, Carlos Espinoza Olcay, más conocido en el grupo El Comercio como ‘Carlao’, llamó a la moderación a su equipo.

Pero sí, la receta para este éxito es peruana, lo que significa que sus ingredientes tienen que ser puramente nacionales.

 

Los nuevos editores

Un peruano leyendo su trome. Foto: rompeteelojo

Un peruano leyendo su trome. Foto: rompeteelojo

Pero no todo era bonito. En un principio Trome no funcionaba. Cuenta Liz Mineo que el antiguo editor sugirió calatas y sangre para levantar las ventas. Lo botaron. Fue ahí cuando Carlos Espinoza y Víctor Patiño vinieron de Ajá como editores. Ellos fueron los que motivaron esto de hacer un tabloide para toda la familia:

Los nuevos editores dictaron nuevas reglas que aún se mantienen. Rompiendo una costumbre común en muchos tabloides, los artículos en Trome tenían que estar basados en hechos reales y no en mentiras o exageraciones. Las fotos subidas de tono pasaron a la contraportada aunque siempre una modelo/actriz/celebridad en minifalda o shorts decora la primera plana. Otro gran cambio fue deshacerse de las fotos de modelos extranjeras en poses provocadoras y reemplazarla por mujeres locales en la sección llamada “Malcriadas”.

“Las malcriadas pueden ser tu vecina de al lado”, dijo el editor Patiño. “Las que usábamos antes parecían de Suecia”.

Y es así como se empieza a trazar la identidad de un tabloide que adquieres por un bajo costo, cuyo contenido no es precisamente cultural y cuyo uso de la jerga lo hace pegar más duro que Robotombo.

Ciertamente el gobierno de Fujimori nos hizo tenerle palta a los diarios ‘chicha’, dado que fueron controlados para darnos violencia, chismes, calaterías y campañas contra los opositores al régimen fujimorista. Pero el Trome ha logrado un balance que parecía imposible.

Ahora, Carlos «Carlao» Espinoza es el director y Victor Patiño, el subdirector. Pero Patiño es alguien más…

 

Los picotazos del Búho

El logo clásico.

El logo clásico.

La historia de éxito de Trome es una que conocemos. Principalmente porque vivimos en el Perú y conocemos de su popularidad. Pero lo que muchos no conocían (al menos, gente no tan vinculada al pequeño mundo periodístico) es la identidad del Búho, el famoso columnista de PicoTV que opina de todo y opina bien.

¿Cómo hace? Liz Mineo lo cuenta así:

Políticos y autoridades siempre están dispuestos a declarar para el diario, dice Patiño, quien escribe una columna bajo el seudónimo de El Búho. Allí condena a la clase política, deplora el estado de la selección nacional de fútbol o ensalza a Oscar Wilde, John Dos Passos o Charles Bukowski, algunos de sus héroes literarios. Su columna, es muchas veces, el único contenido intelectual del diario. Patiño, que estudió historia en la Universidad de San Marcos y adora la literatura y la cultura popular, dice que escribe las columnas para sí mismo.  Lo sorprendente es que es un hit con lectores de poca educación.

Estuvo frente a nosotros todo el tiempo y nunca lo vimos. Patiño ha logrado ser uno de los pocos periodistas de los cuales el peruano promedio puede decir que «siempre dice la verdad y no se calla nada». Y todo detrás de un seudónimo. Es tan caleta, que no encontramos ninguna fotografía de él.

En una entrevista para el blog de Javier Bedia, Patiño cuenta cómo empezó su carrera:

Hasta entonces no había escrito ningún artículo, pero desde niño leía periódicos y revistas, como Caretas y El Gráfico. Ese mismo año, el 83, comencé escribiendo –con seudónimos- en un periódico mural de la San Marcos crónicas sobre la vida cotidiana en la universidad. Me di cuenta que había adquirido el estilo de mis lecturas, esas habían sido mis clases de periodismo. También me sirvió la literatura, los cuentos y novelas que devoraba en la soledad de las gradas del estadio de la universidad.

Curiosamente, en esa misma entrevista Patiño también habla sobre el secreto de Trome:

En junio del 2001 salió Trome, pero al principio no le fue bien. Entre setiembre y octubre convocaron a Carlos Espinoza, quien confío en mí. Por suerte al diario le fue bien y no paramos hasta ahora. ¿Algún secreto? Somos un diario familiar, lo pueden leer las amas de casa, los niños y los papás, porque no caemos en el amarillismo.

Para conocer a mayor profundidad la genial historia de este diario, puedes leer la nota completa de Liz Mineo aquí.

Diego Pereira

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