noticias , politica , sociedad Jueves, 20 noviembre 2014

Alan García ya está en campaña y estas son las razones por las que sus propuestas nos aterran

Diego Pereira

I'm back, bitches » @algunpereira » diego@utero.pe

Hace una semana, Alan García tecleó un ensayo en El Comercio, obviamente alistando su candidatura para el 2016 con un concepto que podría sonarte novedoso (pero que no lo es) al cual llama ‘Shock Social’. ¿De qué trata, de qué va y cuánto nos va a costar? Todas las respuestas en este post.

Exactamente la misma cara que pusimos. Foto: Huaral.pe

Exactamente la misma cara que pusimos. Foto: Huaral.pe

 

Esto es lo que el pueblo necesita

Ya dije ya. Foto: tare.org.pe

Ya dije ya. Foto: tare.org.pe

Dice Alan que el nivel del debate político está por lo suelos y que las instituciones están divorciadas del país. Esto, además, ocurre porque los ciudadanos están más informados y más comunicados. O sea, ya se dieron cuenta que todo está mal. Tiene razón, pero hay que recordar que no hay novedad, este divorcio no es de ahorita.

Dice AGP:

Ahora, las propuestas como “crecimiento” o “justicia social” solo se aceptan si se traducen rápidamente en obras que aumenten la calidad de vida y el bienestar. Así, debemos cambiar las instituciones, crecer, mejorar la educación y la justicia, que son temas de mediano plazo, pero, sin obras inmediatas, la política seguirá divorciándose de la nación.

Se requiere una acción enérgica que rompa la apatía o indiferencia del Estado y, para ese fin, el ‘shock social’ es un término accesible e indica que el próximo gobierno deberá recuperar el tiempo perdido, la velocidad, y multiplicar las obras concretas y la seguridad ciudadana para que todos sientan que la inversión y el crecimiento llegan a ellos.

¿Qué significa esto? Que la gente, según nuestro ex presidente, ya se cansó de escuchar sobre justicia social y crecimiento, que educación y justicia son cosas a mediano plazo, que lo que importa ahorita es la obra. Pero ahí no queda la cosa:

Porque la obra pública popular tiene un efecto multiplicador. Si se aumenta en 10% la inversión en infraestructura, el país crecerá en promedio 3% y, en consecuencia, el empleo aumentará 2%. Pero es obra reproductiva, a diferencia de la distribución de billetes sin una adecuada focalización. 

Esas cifras salen un poco del aire pero ese no es el punto. El punto es que para AGP «la obra es reproductiva» y eso es lo que necesita el pueblo.

Aquí una foto, chiquita nomás, de alguien que también quiere hacer obras.

Aquí una foto, chiquita nomás, de alguien que también quiere hacer obras.

 

Insisten, eso es lo que el pueblo necesita

Apóyame chato. Foto: La República.

Apóyame chato. Foto: La República.

En la misma línea y con una mejor redacción, Javier Barreda, miembro de la Dirección Política del APRA, escribió en Exitosa para afinar mejor la idea de Alan:

Esta agenda social comienza por un shock social como ha propuesto Alan García en Villa María del Triunfo. Esto significa acciones rápidas y concretas desde el Estado hacia los sectores más pobres y descreídos. Desde obras de infraestructura vial, electrificación rural, titulación, hasta programas de empleo temporal; desde muros de contención hasta la reactivación de programas de alfabetización rural. Esto realmente es movilizar a un Estado paralizado, más allá de los ministerios sociales. La gente está descreída y el fortalecimiento de la democracia comienza por lo social, recuperar la confianza de la sociedad en su conjunto, desde el empresariado hasta los sectores populares. No hay vía más rápida para reencantar la democracia que hacerla más solidaria. Este shock social también es un shock moral, de recuperación de la confianza en instituciones y líderes; de devolverle a la política el sentido del servicio al ciudadano, sobre todo al de a pie.

Claro, esto es lo que el pueblo necesita. ¡Palmas compañeros!

 

Excepto que no, eso no es lo que necesita el pueblo

Atento Alan, esta va para ti. Foto: La Mula

Atento Alan, esta va para ti. Foto: La Mula

Felizmente apareció el politólogo Alberto Vergara para meter una merecida cuadrada a toda esta charla nada novedosa sobre hacer obras. En una columna de El Comercio, Vergara responde:

(…) el ‘obrismo’ y el ‘shockismo’ son, en realidad, las vías que nos han traído a este momento de confusión y malestar general, no los puentes para sacarnos de aquí. Es una pena que cuando la preocupación por los problemas más hondos del país y por las instituciones resurge en nuestra esfera pública, el ex presidente escriba: “cambiar las instituciones, crecer, mejorar la educación y la justicia, […] son temas de mediano plazo”; la prioridad son “obras inmediatas”. Es decir, la propuesta surge fueteada por el espíritu de nuestra época política: la primacía de lo inmediato y el desdén por las instituciones. Ante esto hay que decir, además, que aliviar las necesidades más urgentes de los peruanos no es una agenda propia ni un programa político, es el deber de cualquier gobernante. 

Lo peor de todo, como señala Vergara, es que esta propuesta de AGP es la que nos trajo aquí ¿Se acuerdan del alegre chinito que dijo estar por encima de la política y que lo mejor era hacer obras? La sensación de deja-vú no es gratuita.

Además, Vergara no está solo. Eduardo Dargent también ve puntos flacos en estas ideas del líder aprista:

No, no es una mala apuesta, pero veo grandes problemas que pueden ser explotados por sus rivales. Uno termina de leer el artículo preguntándose si es posible tanta disociación. Quien usa su twitter como arma y ve conspiraciones chavistas bajo las piedras predica sobre la degradación del debate público. Quien gobernó durante años en los que crecieron las mafias de la minería ilegal, el sicariato y la delincuencia nos dice que hay que responder con firmeza al crimen. Más importante, quien dirigió un gobierno con serios escándalos de corrupción en obras públicas promete gastar millones en obras. Y sin reformas institucionales, claro, porque no son urgentes. Suena como invitación a un festín.

Y ya, la última cuadrada la aporta Carlos Meléndez:

Que la fórmula “pragmatismo y cemento“ le resulte a Castañeda no la hace receta ganadora. Las acusaciones de corrupción sobre el alcalde elegido no generaron un antivoto tan grande como el que pende sobre el Apra. Por otro lado, ¿acaso no es más urgente para el país un “shock institucional” antes que social? Que el facilismo de las obras sociales (reflejo de la política tradicional) no sirva para ocultar la urgencia de la reforma política integral, la cual puede procurarse mejor desde un gobierno con políticos experimentados para la negociación. No perdamos la oportunidad.

Ya sabes Alan, toma nota. Estás optando por el camino equivocado y lo sabemos porque es en el camino en el que seguimos.

 

Diego Pereira

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