ecología , noticias , violencia Miércoles, 10 septiembre 2014

Quizás nunca escuchaste de Edwin Chota pero el asesinato de este líder asháninka ha conmovido al mundo

El 1 de setiembre, cuatro líderes indígenas asháninkas de la comunidad nativa Alto Tamaya–Saweto fueron asesinados por madereros ilegales en Ucayali, según informó La Fundación Nacional del Indio de Brasil (Funai).Esta información recién fue confirmada una semana después por la viceministra de Interculturalidad del Ministerio de Cultura, Patricia Balbuena.

Uno de ellos era Edwin Chota Valera (53), renombrado jefe de la comunidad de Alto Tamaya-Saweto, ubicada a unos 95 kilómetros en dirección noroeste del Complejo de Conservación del Purús. Su asesinato ha conmocionado las redacciones de The Wall Street Journal, The GuardianBBC y varios medios internacionales.

"Oponente de la tala ilegal fue asesinado junto con otros tres líderes comunitarios"

«Oponente de la tala ilegal fue asesinado junto con otros tres líderes comunitarios»

theg

«Los madereros ilegales culpables del asesinato de protector de bosques peruanos»

bbc

«Cuatro activistas peruanos contra la tala asesinados»

Este caso es particularmente escandaloso porque Chota anunció su propia muerte hace un año en quizá la única entrevista en vídeo que hay de este líder indígena. Este vídeo de Chota fue grabado en abril del 2013:

Chota ya afirmaba estar en peligro, él y su pueblo, y desprotegido por el Estado. Lo que es peor es que ya sabía quiénes buscarían desaparecerlos: los madereros. Esa no fue la única vez que anunció su propia muerte. En un informe de la National Geographic sobre el negocio ilegal de la madera, el periodista Scott Wallace se entrevistó con Chota:

«Hasta que no tengamos la titularidad de la tierra, los leñadores no respetarán nuestra propiedad –dice Chota, mientras impulsa la canoa con una pértiga de tres metros–. Nos amenazan. Nos intimidan. Y van armados.» Chota ha recibido amenazas de muerte y repetidas veces ha tenido que buscar refugio entre sus parientes tribales de Brasil, que viven a dos días a pie de donde estamos siguiendo antiguos senderos.

En Saweto, su muerte ya estaba anunciada.

 

Un héroe que luchó en defensa de sus bosques

Foto: Facebook Robert Guimaraes

Edwin Chota. Foto: Facebook Robert Guimaraes

¿Pero quién era Edwin Chota? National Geographic lo describió como un «activista de 52 años, fibroso, pelo negro azabache y nariz aguileña». Desde el 2003, este hombre luchó incansablemente contra la tala ilegal y toda explotación forestal.  Si bien presentó repetidas denuncias ante las autoridades forestales de Pucallpa en contra de los madereros que actúan ilegalmente en la zona, ninguna tuvo éxito.  

Luisa Elvira Belaunde, especialista en etnografía de los pueblos amazónicos,  explica que, desde que les otorgaron el título de propiedad de sus tierras, todo fue mucho más difícil para los asháninkas en esta zona del Perú. Los madereros ilegales amenazaron mucho más a la comunidad indígenas, la que por 10 años exigió al gobierno regional de Ucayali que formalice su situación sobre los más de 650 kilómetros cuadrados de selva, desde Saweto hasta la frontera con Brasil, área que conforma sus tierras. En todo ese tiempo sus bosques fueron saqueados ferozmente por los madereros ilegales, dejándolos sin sus árboles más preciados.

En varias ocasiones, Edwin Chota y los demás dirigentes habían manifestado su preocupación por las amenazas proferidas contra su seguridad física. Después de años de lucha legal, habían conseguido la titulación de su comunidad nativa pero sus denuncias contra las actividades de los maderos en sus tierras y alrededores no recibieron el respaldo oportuno para garantizar la protección efectiva de sus tierras y de sus personas.

Su monstruoso asesinato a sangre fría se viene a sumar al escenario de violencia generalizada vigente en la zona fronteriza. Una vez más, la población indígena asediada por colonos criminales está abandonada a su suerte por el Estado, de cuya integridad han demostrado una y otra vez ser los mejores defensores.

Chota era la última línea de defensa de nuestra amazonía frente a los madereros ilegales. Y lo asesinaron.

 

El asesinato

Con Chota también murieron Jorge Ríos Pérez, Leoncio Quinticima Meléndez y Francisco Pinedo. Los cuatro hombres se dirigían a la aldea Apiwtxa, ubicada en la región amazónica del estado de Acre en Brasil, para coordinar con líderes asháninkas brasileños las estrategias para impedir las actividades de los narcotraficantes y madereros ilegales en esta parte que une a los dos países.

Sin embargo, en el camino fueron amarrados y baleados frente a sus parientes en la comunidad nativa asháninka de Saweto en las cabeceras del río Tamaya. El presidente de la Asociación de Comunidades Nativas Asháninkas de Masisea y Callería (Aconamac), Reyder Sebastián Quinticuari, dijo que lamentablemente «estas son las consecuencias» de sus incontables denuncias.

La viceministra Balbuena señaló a la agencia EFE que un equipo del Ministerio de Cultura se encuentra en Pucallpa para servir de nexo entre la comunidad nativa, la policía y el fiscal, ya que «las amenazas continúan» y los indígenas se sienten expuestos. Es decir, insistirán en proteger a esta comunidad amenazada por la ilegalidad que está depredando la zona. Eso es algo que Chota siempre pedía. «Sentimos un vacío en nuestro Gobierno», dijo.

Estas muerte también deberían ser un verdadero espanto. Y el dolor de los asháninkas por esta derrota frente a la tala ilegal también debería ser el nuestro. Con la muerte de Chota, Saweto y toda nuestra selva queda nuevamente a merced de la ilegalidad.