discriminación , libertades , sociedad Lunes, 26 mayo 2014

Si no tienes derechos en tu propio país ¿para qué volver?

matrimonio civil

El compañero de Enrique Góngora le coloca la alianza el día de su boda en Barcelona. Foto cedida por Enrique Góngora.

Texto: Julissa Jáuregui @JulJauregui

Fotos: Angélica Dass @angelicadass

Peruanos homosexuales que viven y han vivido en España narran sus vivencias aquí y allí. Valoran como positivo el proyecto de ley de Unión Civil entre personas del mismo sexo en el Perú y esperan su aprobación como garantía de sus derechos.

“Aquí me he enamorado por primera vez. En Perú no habría podido tener esta relación”, cuenta Eduardo Fuentes mientras bebe una cerveza en una terraza del barrio de Lavapiés. Llegó a Madrid hace 12 años tras la inesperada muerte de su madre en Lima.

A lo largo de la conversación recuerda el carácter machista y autoritario de su padre a quien llamaba ‘Sargento’. Con el paso de los años ha reflexionado sobre cómo la formación y la estricta educación que recibió han marcado su personalidad y fueron factores que alimentaron su inseguridad.

«Creo que ello influyó también en mi ruptura sentimental. Me costaba por ejemplo ir de la mano de mi pareja», confiesa tras narrar el fin de su primera relación homosexual al llegar a Madrid.

Enrique Góngora, al igual que Eduardo, menciona la censura hacia cualquier otro modelo que no fuera la familia tradicional cristiana. Enrique es traductor, lleva 30 años en Barcelona. Llegó en los años 80 cuando el Perú se desangraba por la violencia política y donde la libertad para las personas homosexuales era casi impensable. Su primer destino fue Nueva York en 1983. Esta ciudad cosmopolita, en un principio, le ofreció la libertad que buscaba, pero al aparecer el sida, las cosas cambiaron. Se extendió el miedo entre la población a los homosexuales y, como consecuencia, perdió su trabajo como cuidador en una guardería infantil.

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Piero Bacigalupo, activista pro derechos humanos, paseando por el centro de Madrid. Foto hecha por Angelica Dass

A principios de 1984 llegó a Barcelona y pocos años más tarde la situación se repite, el sida surge en España y vuelven a recaer los mismos prejuicios sobre la población LGTBI. Tras estas experiencias decide formar parte de una organización de derechos de gais y lesbianas y lucha contra el sida. “Participé de esta organización para deshacer el mito y para luchar contra la discriminación”, declara orgulloso.

Con 53 años acaba de casarse con su compañero de hace 11 años para poder garantizar sus derechos y celebrar su felicidad con sus familiares y amigos. “A mis 22 años mi padre me dijo que nunca iba a ser feliz, hoy puedo decir que sí lo soy junto a mi pareja. Me considero realizado como ser humano y seguiré luchando por los derechos de las personas”.

El congresista Carlos Bruce, quien declaró recientemente su homosexualidad, presentó el 12 de septiembre de 2013 en el Congreso de la República un proyecto de ley de Unión Civil entre homosexuales.

El proyecto de ley está definido como: “La unión voluntaria conformada por dos personas del mismo sexo con el fin de establecer y garantizar derechos y deberes, el uno para con el otro”.

El matrimonio entre personas del mismo sexo en España fue aprobado en 2005 con el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Su aprobación no supuso una fractura de la sociedad.

En el Perú como ocurrió en España, aunque en menor medida, recurren a razonamientos como que la familia se destruirá o que incentivaría la homosexualidad. En el proyecto de ley presentado, uno de los argumentos en respuesta a la oposición de la unión civil es: “Tampoco existe la posibilidad futura que debido a las leyes como esta, a las personas se les permita casarse con un animal o una mascota, o con un niño”. Que un planteamiento como este sea defendido por parte de la sociedad, simplemente es denigrante no sólo para el colectivo LGTBI sino para quienes creemos que todas las personas tienen los mismos derechos.

La Declaración Universal de Derechos Humanos proclama en su artículo primero que «todos los seres humanos nacen libres en dignidad y derechos».

En el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966, firmado y ratificado por Perú en 1978 declara en su artículo 2 que todos los Estados Partes están obligados a respetar y garantizar los derechos sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.

El Comité de Derechos Humanos de la ONU, en el quinto informe periódico del Perú de marzo de 2013 destacó la preocupación por la discriminación y violencia que sufren las personas por su orientación sexual e identidad de género: “El Estado parte debe declarar clara y oficialmente que no tolerará ninguna forma de estigmatización social de la homosexualidad, la bisexualidad o la transexualidad, ni la discriminación o la violencia contra personas por su orientación sexual o identidad de género”.

 

“Un pequeño gran paso”

Piero Bacigalupo, activista pro derechos humanos de 30 años, quien fuera presidente de la Federación de Estudiantes de la PUCP en 2004, llegó a Madrid en 2006 por un intercambio de 6 meses en la Universidad Carlos III y desde entonces vive en Madrid. “Vi mundo, vi cosas que no había visto en mi país, sigo deslumbrado”.

En traje, acaba de salir de la oficina, caminando por la céntrica calle Gran Vía, comenta cómo le impresionaron los valores y principios, la tolerancia y el respeto de la cultura europea. Él es uno de los muchos peruanos convencidos de que, aunque no viva en el Perú, tiene el derecho a opinar sobre lo que acontece allí.

Piero considera este proyecto de ley como un avance pero no suficiente. “Es un gran paso porque se visibiliza este tema, deja de ser tabú. Pequeño paso porque se está debatiendo una unión civil que es menos que un matrimonio, se está admitiendo que se siga discriminando en pro de lograr algo”.

Sara G., periodista, vivió 8 años en Madrid. Hace 1 año y medio regresó al Perú por amor, allí se encontraba su novia. Ella ha vivido su realidad como homosexual en Madrid y ahora la vive en Lima. “En España aprendí y admiré mucho la tolerancia y el respeto mayoritario hacia la vida y las preferencias de los demás”, relata en una conversación telefónica.

Cree que los peruanos que han regresado al país sumado a las personas procedentes de diversas partes, muchos de ellos jóvenes, contribuyen a ampliar la mirada y el pensamiento de la sociedad peruana hacia el respeto y la igualdad.

Hace varios meses circuló en las redes sociales una foto con 10 razones para oponerse a la unión civil, una de ellas era: “Ser gay no es natural. Un verdadero peruano rechaza cosas no naturales”. En el margen izquierdo de la foto habían usado el logo de la Marca Perú. Muchas personas denunciaron en las redes que los autores utilizaran este logo junto a esos argumentos irracionales.

El Perú sigue siendo una sociedad machista y heteropatriarcal. Junto con el racismo son una de las mayores lacras que sólo con voluntad política y ciudadana se puede combatir. Ante la idea rancia y exclusiva que algunos defienden sobre una familia heterosexual está la realidad de miles de personas. Muchos de ellos viven fuera del país, y esperan regresar algún día al Perú y ver un avance en cuanto a los derechos. “Si una persona se siente desprotegida por no tener un amparo legal; si no tienes derechos en tu propio país… ¿para qué volver?», cuestiona con firmeza Piero.

La campaña internacional de la Marca Perú de 2012 tenía por lema “Todo lo que necesitas hoy está en el Perú”, a 2014 todo lo que necesitamos en cuanto a derechos, evidentemente, no está en nuestro país.