discriminación , el útero Jueves, 23 enero 2014

Naplo, Ancón, ¡Hola! y la cholonia

Una acusación reciente a este blog es que somos “comunistas que todo lo ven racismo” (sic). Sí, estoy abusando: he escogido el tuit más idiota. Pero la idea de fondo se entiende. Y como la idea de este blog es explicar las cosas, vamos a empezar esta nueva etapa del Útero reloaded explicándonos a nosotros mismos.

Ayer cometimos un error al no pedir la versión de ¡Hola! sobre su carátula. Es un error que se corrigió antes de que pasara una hora de su publicación, eso sí. Además, resulta que conozco a varios periodistas involucrados en la revista y yo no me atrevería a acusarlos de racistas. Ellos cuentan que convocaron a 20 personas, se aparecieron las 7 de la foto y eso es lo que salió.

Antes de que cambien de pestaña pensando que se trata de un caso de otorongo no come otorongo, deténganse. Siempre es feo ponerse en plan de juez del trabajo de colegas pero la idea aquí es explicarnos mejor, ¿no? Así que rebobinemos a esta vieja imagen.

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¿Se acuerdan del chongazo con este afiche? Hasta ahora se discute en salones de clase. La gente que elaboró esta imagen no es racista ni quiso discriminar a nadie. La PUCP, o su Centro Cultural, que aprobó el afiche, es el bastión de lo políticamente correcto, así que tampoco podríamos acusarlos de nada. Y, sin embargo, el afiche fue un gran, gran error. Básicamente, porque no se dieron cuenta.

Lo que me trae al caso de Naplo y Ancón (y las otras playas donde suceda lo mismo). Los así llamados “residentes” de esas playas, justifican sus acciones con un argumento con el que cualquiera se puede identificar: higiene. Se alega que los visitantes suelen ser cochinos, que las autoridades no hacen nada por limpiar las playas y que ellos –que, efectivamente, invierten de la suya en el ornato de las playas– necesitan impedir que se conviertan en un basural cada fin de semana.

O sea, no se están dando cuenta.

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No se están dando cuenta de lo que cualquier persona al otro lado de las boyas les podría decir: que es el único criterio para decidir si alguien es o no cochino, es la posesión de una casa de playa en la zona; que debe ser horrible que la presencia de boyas y seguridad te restrieguen que crees que eres cochino porque la plata sólo te alcanza para visitar la playa, y que nadie tiene derecho a impedir el libre acceso de nadie a propiedad pública.

Eso no quiere decir que nos encanten las playas sucias. No, pues. Dénse cuenta. No estamos discutiendo ese problema (que tiene soluciones no discriminatorias: presión a las autoridades, multas, instalación de tachos, contratar recicladores en vez de guardianes, etc). Estamos discutiendo algo que no tiene soluciones expeditivas: lo fácil que es, en este país, discriminar sin darse cuenta.

Sí, es verdad que Wifredo Ardito vive en estado de cholonoia permanente. Hasta las películas de Claudia Llosa le parecieron racistas. Sí, pero esta vez, su rant le pareció verosímil a mucha gente. ¿Por qué? Básicamente, porque, esta vez, en ¡Hola! no se dieron cuenta de lo que su portada podría parecerle a cualquier persona que la viera en un kiosko. Especialmente, después de casos como el de Colombia.

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Sé que en la versión peruana intentan de todas las formas posibles alejarse del estereotipo de esta foto. Quizás, esta vez, no funcionó. ¿Qué pudieron hacer? Volver a convocar a la sesión. Darse cuenta que esa foto en esa revista podría malinterpretarse, especialmente en la portada, que no necesariamente llega solo a su “público objetivo”. Como el afiche de El Cine. Sí, claro, ya sé: todos somos generales después de la batalla. Nosotros también pudimos haberles pedido su versión –por supuesto– antes de salir con el post. Porque igual hubiéramos salido con el post, matizado, claro, pero abordando el tema de todas formas.

¿Por qué de todas formas? Porque no es cierto que la revista sea racista pero sí es cierto que no hay forma de ver esa portada sin pensar que tiene un problema. Involuntario, pero tiene EL problema.

A lo que voy con este post es que muchas veces es difícil darse cuenta del problema. Si en el Perú eres hombre-heterosexual-católico-blanco-de clase media/alta, naciste con suerte. Cualquiera de esos factores, el que sea, te alivia un poco la vida. Y desde ese punto de vista es difícil darse cuenta de cómo los del otro lado de la boya la pasan mal.

Y aquí nuestra chamba es incomodar, sacar a la gente de su zona de confort. Sí, intentamos no ponernos cholonoicos porque andar gritando que tooodo es racismo, no ayuda. Pero lo cierto es que hay mucha, mucha, muchísima, carajo, discriminación. Para los periodistas nos es muy fácil señalarla en las entradas de las discotecas, en las playas o en portadas de revistas. Sí, es fácil. Pero lo hacemos porque ayudan a visibilizar un problema que, como buena estructura, es invisible.

Académicos como Liuba Kogan, de la Universidad del Pacífico, han escarbado en la discriminación invisible. Si les interesa el tema, vean este vídeo de hace un par de meses:

En resumen: por supuesto que vamos a seguir tocando el tema. Hasta tenemos una categoría especial para él. Pero intentaremos que nuestro público distinga los casos alevosos y conscientes, de los otros (que son la mayoría y los que hemos cubierto últimamente). Seguimos. Sin estigmatizar a los que no se dan cuenta. Sin cholonoias. Sin cansarnos.