discriminación , sociedad , violencia Martes, 7 enero 2014

Soy rondero y hago lo que quiero – versión Naplo 2014

Si aún no han visto estas imágenes, que han estado circulando por Facebook desde ayer, tómense un tiempo para verlas y alucinarlas.

Estas son las rondas urbanas de Cajamarca, interviniendo el night club Alondra:

La ronda urbana cajamarquina está muy activa. Luego han intervenido el «Ula ula», otro local nocturno.

Porsiaca: esta es una acción del Comité Descentralizado de Rondas Urbanas, encabezado por Fernando Chiquilín, que ha sido expulsado hace poco de otro grupo, el Comité Central de Rondas Urbanas de Cajamarca. En realidad, esto va más allá de los responsables y se reproduce a distintas escalas y con distintos niveles de intensidad.

Por ejemplo aquí:

Vía La República

Vía La República: Delimitan espacio de playa de Naplo en Pucusana con un cerco para que no ingresen personas que no son los residentes. Además, vigilante cuida este espacio que no es privado.

No, por supuesto que esto no es violento. Pero, en el fondo, es lo mismo. La gente que se auto-organiza para imponer sus reglas, las reglas que les convienen o las que conocen. Y así terminan rompiendo las reglas que, supuestamente, todos tenemos. Soy rondero y hago lo que quiero = Soy playero y hago lo que quiero. Dice Roberto Bustamante:

 Rondas urbanas en Cajamarca para «combatir» males. Población que se auto-organiza cerrando playas para «evitar» males. Calles enrejadas, con su guachimán más, para «prevenir» males. Estado ni siquiera ausente, sino que mira de costado. Sociedad privatizada.

El relativismo cultural que se usa para justificar a los ronderos, es el mismo que se usa para justificar que los «residentes» cerquen una playa pública. Piénsalo mientras manejas al sur este fin de semana.