periodismo , politica , videos Lunes, 25 abril 2011

Humala y yo

Debo empezar con una confesión:

He estado en la cama con Ollanta y Nadine.

Tendrán que leer el post para conocer los detalles, pero sí: eso pasó. Desde esa posición privilegiada quiero contar cómo es que vi de cerca la evolución del humalismo y para eso tengo algunos reportajes, anécdotas y dudas para compartir y discutir, especialmente con mis amigos caviares que al toque nomás ya eligieron su mal menor.

Grouchismo-Marxismo: estas son mis propuestas y si no les gustan, tengo otras.

En noviembre del 2002 los nacionalistas eran tan sólo la variante más pintoresca de los loquitos que discuten de política en la Plaza San Martín. En ese momento sólo existían como «reservistas etnocaceristas», listos para el inminente levantamiento popular, con botas, pantalones de cargo, megáfonos y, claro, el demoledor periódico «Ollanta» (dirigido por Antauro).  Esa movida tenía harto potencial. Había que registrar su existencia con un reportaje. Contactar a Antauro y a papá Isaac fue relativamente fácil.

Para contactar a Ollanta había que comunicarse con Nadine, que ya para entonces era algo así como la manager de Humala. Él no podía declarar ante cámaras porque estaba en actividad y no le iban a dar permiso a un elemento tan incómodo en el Ejército. Pero yo necesito imágenes para mi reportaje, repliqué. Entonces podemos conversar en la Católica, allí estamos llevando unos cursos, dijo ella. Al día siguiente nos juntamos en la Cafetería de Artes y falseamos unas tomas en las que Ollanta hace como si estuviera leyendo sin percatarse de la cámara.

Este fue el primer reportaje televisivo sobre el movimiento político humalista, en el 2002. Aquí está. Cuando escuchen «fuentes cercanas a la familia» en realidad se trata de la versión del mismo Ollanta:

A la semana siguiente del reportaje caminaba yo despreocupadamente por los jardines de la PUCP cuando me cae un manazo el hombro, ¡PLAF!, volteo palteado y Ollanta me mira medio pechándome medio riéndose.

– O sea que somos racistas.

– Eh… Hola. Sí, tu papá dijo eso, ¿no?

– ¿Pero tenías que poner precisamente eso?

– ¡Pero qué otra cosa iba a poner!

– ¿Y tú crees que somos racistas? –dijo sin perder la actitud medio riéndose medio pechándome–.

– Bueno, tu papá… –un poco difícil decirle a alguien que acabas de conocer que su viejo es un loco racista y su hermano un psicópata pero creo que lo intenté cordialmente–.

Ollanta estaba reclamón pero también genuinamente interesado en entender la imagen que proyectaba su padre. Siempre me dio la impresión de pensar distinto de Isaac y Antauro pero que si ellos querían seguir levantando su imagen promocionando el periódico «Ollanta», él no se los iba a impedir. Al contrario.

Al poco tiempo, Ollanta fue enviado a París y luego a Corea por el gobierno de Toledo. Las riendas locales del etnonacionalismo fueron asumidas plenamente por su hermano Antauro.

Tengo un libro autografiado por él. En serio. Lo puse al ladito de uno con la firma de Vargas Llosa.

Con Antauro debo haber conversado más que con Ollanta. Antauro estaba completamente chalado y quería fusilar a todo el mundo pero puede ser realmente simpático, como son simpáticos los locos. Le hice más entrevistas y reportajes, que es lo único que los periodistas podemos hacer cuando detectamos gente así. Para inicios del 2004, ya varios medios lo ubicaron en el radar y poco a poco dejó de ser exclusivo de La Ventana Indiscreta (donde yo trabajaba entonces). Su discurso extravagante y facilidad para los aforismos lo convirtieron en una estrella mediática (de hecho es mucho más carismático que Ollanta).

No pensé que fuera a levantarse en armas. Al menos no tan pronto. Los reportajes alertaban de la prédica violentista de Antauro y del reclutamiento de reservistas del Ejército, sí, pero no pensé que estuviera tan loco como para alzarse con tan poca gente. Pero lo hizo. Y Ollanta fue reivindicado como el líder de la gesta, no sólo por Antauro sino por sí mismo:

Al final murieron cuatro policías y dos reservistas. Antauro terminó en Piedras Gordas (donde, me dicen, es incontrolable: se declara en huelga de hambre cada mes). El audio de Ollanta pasó desapercibido en medio del caos y todos lo olvidamos por un tiempo.

Mientras tanto, Ollanta volvió. Retirado del ejército, en junio del 2005 retomó las riendas del proyecto familiar y anunció que postularía a la presidencia. Nadie daba un céntimo por él. Las encuestadoras, en sus fichas, lo confundían con su hermano y preguntaban por la intención de voto de «Antauro» (2%). Ollanta no existía.

Entonces lo contacté de nuevo (esta vez gracias a doña Elena, su madre, que siempre fue una señora encantadora). Conversamos largo, le expliqué que el programa donde trabajaba apuntaba al sector A/B, que el nacionalismo (ya le habían quitado el «etno») me parecía un proyecto que podía enganchar con bastante gente y que, por eso, me interesaba hacerles una nota antes que nadie. Siempre con la bendición de Nadine, Ollanta aceptó.

Este reportaje es de agosto de 2005 y es una especie de secuela del primero. Noten las reivindicaciones a Velasco, al «patriota» Hugo Chávez y la naturalidad con la que se habla de estatizar.

El mítin de Tacna lo grabé directamente de la super tele que ellos tenían en su cuarto (esa es la parte en la que estoy en su cama, morbosos). Como no tenían copias de ese video, había que grabar directamente de la tele. Ellos temían que se dijera que vivían como ricos y demás estupideces típicas cuando, en honor a la verdad, en Corea esas televisiones eran baratas. Les prometí que no mostraría su habitación ni la super tele.

Conversé algunas veces más con ellos, por teléfono, sobre todo con Nadine, que era la que manejaba la relación con la prensa. Me interesaba cómo iban creciendo. Hablaba también con los papás, viejos cascarrabias pero muy amables y hasta divertidos si no estabas en sus planes de fusilamiento. En algún momento uno de los dos me habló de Nadine como una mala influencia, algo que tomé como una buena señal, viniendo de ellos.

Cuando, a finales de ese año, Humala ya estaba en cuarto lugar en las encuestas, empezó el contraataque del sistema. La Ventana, donde yo trabajaba, fue el primer programa en sacar trapitos al aire de Humala. Hubo muchas exageraciones, pero otras no lo eran.

Quién te manda tomarte esta foto pues hijito.

Un par de veces Nadine me llamó (o yo la llamé, no sé) a reclamar por lo que decía mi jefa de entonces. Seguramente ella no lo recuerda pero la última vez que conversamos fue durante una discusión sobre Carlos Torres Caro, a inicios de 2006. Los que conocíamos su pasado con Blanca Nélida Colán alucinábamos que se hubiera reciclado como candidato a vicepresidente con el nacionalismo. Ella insistía en su honorabilidad. Lo cierto es que, apenas perdió Humala, Torres Caro se convirtió en un congresista funcional del aprismo. Told you, Nadine.

Ahora que lo recuerdo, en esa discusión hablamos de Chávez. Ellos lo habían ido a visitar y la prensa se les había ido encima por eso. A ella no le parecía mal aceptar la invitación de nada menos que un presidente. Yo insistía en que era, por lo menos, un pésimo error de cálculo. Creo que discutimos de otros temas también, ya no sé. Colgamos.

Después de eso, toda relación como «fuente» con los Humala se malogró. El programa les había declarado la guerra. Hubo muchas exageraciones entonces (como ahora), pero sí es cierto que, por ejemplo, las fuentes de financiamiento de entonces (como ahora) no eran claras. Y entonces (como ahora), los Heredia eran parte del proyecto.

Santiago Gastañadui, el sobrino político de Nadine que sale en el reportaje, al final no alcanzó cupo en el Congreso del 2006, pero sí en el actual y lo veremos sentado en su curul los próximos años.

Después de estas elecciones no vi más a ninguno de los dos (me perdí todo su proceso de «lulificación», en el que fue clave su nuevo amigo Javier Diez Canseco). Tampoco hablé más con los papás. A Antauro lo he entrevistado un par de veces en la cárcel y ya. Si me lo preguntan, no creo que Ollanta lo amnistíe si entra. A menos que sean muy buenos actores, algo está roto entre ellos.

Pero esa es quizás la única duda que tengo más o menos resulta. Quedan muchas otras. ¿Humala es financiado por Chávez? ¿Cree aún en la superioridad cobriza? ¿Piensa respetar las reglas democráticas? ¿Creará milicias etnonacionalistas? ¿Será verdad que ya no quiere estatizar nada? ¿Sigue admirando a Velasco? ¿Exactamente en qué consiste la influencia de Nadine? Después de nueve años de ver la evolución de Ollanta Humala, no lo sé.

Si buscaban definiciones en este post, lo siento. Sólo lo escribí para compartir las dudas y para prevenir a algunos que veo prematuramente entusiasmados. Esta elección, amiguitos antifujimoristas, sigue siendo entre el cáncer y el sida. Ustedes decidirán. Este post sólo quería describir algunos síntomas.