noticias , politica , violencia Miércoles, 24 junio 2009

Teoría de la conspiración

Dos publicaciones hoy, un informe de inteligencia de la Digemin y un relato de Cecilia Valenzuela, revelan las tenebrosas conexiones de los ultras con las protestas sociales de todo el país. Conexiones que son francamente innegables: recuerden las molotov en la marcha de hace dos semanas o la «inmediata derogación de la ley de la carrera pública magisterial» como exigencia de las plataformas de lucha tanto de Andahuaylas como de Sicuani (evidenciando la mano de alguna facción del Sutep).

El problema, como de costumbre, es recibir estas informaciones sin agregarles perspectiva. Curiosamente, esa perspectiva viene de alguien de furibunda derecha, como Gonzalo Prialé, citado en la última columna de Álvarez Rodrich:

En una de las intervenciones públicas recientes más interesantes de un vocero empresarial, Gonzalo Prialé sostuvo anteayer que “el principio de autoridad es básico en una democracia pero no se ejerce a patadas ni a balazos, sino previniendo conflictos, y para eso sería una buena idea que las autoridades hagan su trabajo, que los ministros estén fuera de Lima donde están los problemas, antes de que exploten; no funciona mecer a la gente tanto tiempo. Y en medio de tanto conflicto, necesitamos un ministro del Interior con urgencia”.

Prialé, por si acaso, no milita en Patria Roja ni es pata de Robert Huaynalaya; es vocero de un gremio empresarial importante como AFIN, que agrupa a las empresas de infraestructura de servicios públicos. Agrega que “probablemente algunos se aprovechen de que hay un caldo de cultivo, pero el problema es que hay un caldo y eso no lo cultivan los instigadores de fuera sino la dejadez de las autoridades”.

Exactamente. Atribuirle la convulsión social del país a un complot contra la democracia digitado por Hugo Chávez, sus chupamedias o algún camarada perdido en el VRAE es francamente miope (la otra excusa, la de la «falta de comunicación», que también esgrimía Toledo, hasta da pena por lo misia).

Declaraciones como las de Prialé dan la sensación de que hemos vuelto al 2006. ¿Se acuerdan? ¿Cuando Ollanta Humala ganó la primera vuelta? Entonces el empresariado y hasta la clase política se asustaron terriblemente del país que les dio la espalda. Y, por un breve momento, se convencieron de que algunas cosas debían cambiar; Alan anunciaba que iba a desarrollar el sur del país para convencerlo de que el sistema funciona y hasta la CADE 2006 fue la de la «inclusión», con un montón de gente importante deliberando sobre cómo integrar a «ellos» con «nosotros».

¿Qué pasó entonces? Preferimos engañarnos pensando que el descontento se debe a factores externos, a manos negras, en vez de empezar a acortar las brechas. Todo volvió a la normalidad. Como seguramente todo volverá a la normalidad después de este susto que ha sido el Baguazo. Nos vemos el 2011.

Blog: Alan y Yehude en Galactica (Darkclaw)