noticias Sábado, 20 junio 2009

El cañoncito de Andrade

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Andrade con su esposa Anita  (parece foto de Caretas pero no lo sé)

Murió Alberto Andrade. De gente como él la gente dice muchas cosas. Buenas y malas. Dicen que al final lo que queda de los políticos son las grandes obras. Yo prefiero quedarme con un pequeño gesto.

En 1996 Alberto Andrade mandó a remodelar la Plaza de Armas y, debajo de ella, encontró un viejo cañón de las épocas independentistas. Como en una tradición de Ricardo Palma, el alcalde Andrade ordenó que instalen el cañoncito en el balcón de la Municipalidad de Lima y que apuntara a Palacio de Gobierno. A Fujimori.

Cuatro años después, en noviembre del 2000, el cañoncito parecía incontenible. Cada día aparecía un video nuevo, cada día ocurría un terremoto político, no había nadie en quien creer. Fujimori huyó a su patria, Japón, y Paniagua asumió la presidencia del Perú. Y, entonces, en medio de las celebraciones y la sobreabundancia de información, recuerdo un par de líneas que leí quién sabe dónde: Andrade había ordenado que el cañoncito de la Municipalidad no iba a apuntar más hacia Palacio. Era un tiempo nuevo.

La ilusión de entonces por un Perú nuevo y mejor no duró mucho, pero anoche la muerte de Andrade me recordó que alguna vez creímos en eso, en que los peruanos no teníamos por qué apuntarnos cañoncitos entre nosotros.

Blog:  The horror: el remplazo de Andrade será Ricardo Belmont.