noticias , politica , violencia Domingo, 14 junio 2009

La policía como víctima

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Hay algo que debe quedar claro, si no lo está. Los sucesos del 5J en Bagua constiuyen la peor masacre en la historia de la Policía Nacional del Perú. «Ni en los peores momentos de la guerra interna», ha escrito Gustavo Gorriti en su última columna, en la que narra detalladamente cómo fueron masacrados los policías de la Dinoes en la Curva del Diablo y en la Estación 6 del Oleoducto Norperuano. Gorriti examina primero el operativo en la carretera de Bagua:

El operativo “sorpresa” fue emprendido por 18 policías. Estaban tan mal informados que se encontraron con alrededor de 500 manifestantes. Lanzaron gases, a corta distancia. Se produjo una trifulca. Y en ella, según relataron manifestantes a un experimentado periodista televisivo, un policía disparó, o se le escapó (que creo más probable), una ráfaga. Cayeron cerca de 25 nativos; dos murieron y la mayoría quedaron heridos, entre ellos el dirigente Santiago Manuin a quien inicialmente reportaron como muerto.

Los nativos rodearon a los policías y los amenazaron a corta distancia con sus lanzas. Ese fue el momento de la alternativa del diablo: en segundos hubo que decidir si disparar o rendirse. Disparar era salvarse, pero ocasionando una matanza. Rendirse, hasta ese viernes, significaba un moqueguazo: humillación pública, golpes, pero se salvaba la vida y no se segaba otras.

Los policías, mandados por el mayor Bazán, un excelente oficial, se rindieron y entregaron sus armas.

Con esas mismas armas los mataron.

Abajo, nadie sabía lo que pasaba, porque la Policía no tiene radios. Así como lo escuchan; en plenas operaciones se comunican entre sí por celular.

Algunos nativos despojaron de sus uniformes a los policías muertos y se acercaron al resto de Dinoes, para dispararles, según versión proveniente de aquéllos. Dos llegaron a hacerlo e impactaron a varios policías. También le dispararon al helicóptero.

A partir de ahí se inicia la balacera y la Dinoes arremete con todo. Cuando avanzan con el camión blindado Caspir por delante, la resistencia se desmorona en un momento, hay un sálvense quien pueda, y el desbloqueo se convierte en violentas capturas y persecuciones.

Hoy La República publica el terrible relato de la madre del mayor Felipe Bazán, quien -recién nos enteramos- continúa desaparecido. Averiguando con periodistas que han estado en la zona, lo que se especula es que Bazán fue uno de los oficiales asesinados a quienes los protestantes les quitaron los uniformes y que su cuerpo, desnudo, puede haber sido confundido con los cadáveres de los civiles muertos. Los mismos cadáveres de civiles que decenas dicen haber visto pero que nadie encuentra hasta ahora.

Sigue Gorriti, esta vez con lo que sucedió en la Estación 6 cuando los aguarunas se enteraron de la masacre de la Curva:

Entre tanto, en la Estación 6, el comandante Miguel Montenegro –un notable oficial, que fue jefe de salvataje en Lima el año pasado– no sabe lo que está pasando. No tiene radio, está aislado y su celular no alcanza señal. Los dirigentes nativos, que tienen virtualmente controlada la base desde el inicio de la protesta, sí están informados, sobre todo por la red de radios comunitarias. Montenegro ha jugado sus cartas al diálogo y no hace ningún aprestamiento bélico. De manera que cuando los nativos, que ya ocupan todo el perímetro de la base, deciden dominarla, no tienen que hacer casi ningún esfuerzo.

Despojados de sus uniformes, amarrados con sus pasadores y, en el caso de Montenegro, cegados por un líquido que le refriegan en los ojos, tratan de negociar su vida. Según los sobrevivientes, los aguarunas están divididos. Unos quieren matar a toda costa. Otros se niegan. Montenegro llega a subir a un cerro con sus captores para tratar de encontrar señal con la que llamar a Lima, a su comando, a la radio, pero tampoco la captan. Ahí se inicia la matanza de policías. Algunos, los más jóvenes, escapan, ayudados, parece, por los aguarunas que no querían matar.

Según testimonios de fuente policial, los sobrevivientes llegaron al cuartel del Ejército, que está a pocos minutos de la Estación. De acuerdo con ellos, el Ejército no organizó las inmediatas patrullas de rescate que hubieran permitido salvar, quizá, algunas vidas. Esto debe ser investigado a fondo.

Lo mismo dice el hermano de Montenegro hoy en Perú.21. Al parecer, el comandante sobrevivió dos días en el monte, cegado y con una herida de lanza, hasta que no pudo más. No se organizó una patrulla de búsqueda. Fue abandonado. ¿Por qué? ¿Por qué nadie buscó al comandante Montenegro? ¿Cómo es posible que desaparezca el mayor Bazán? ¿De quién es la responsabilidad del desastre del 5J?

Link: Carmen Vildoso cuenta entretelones de la decisión de intervenir el 5J (La República)
Link: Cabanillas dio la orden (Rospigliosi)
Link: Yo descalifico a los analistas (Meche Cabanillas)