cholósfera , sociedad Miércoles, 18 febrero 2009

Estoy verde

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O, beware, my lord, of jealousy;
It is the green-eyed monster which doth mock
The meat it feeds on

(Otelo, acto III, escena III)

«Verde de envidia» es un anglicismo que, al parecer, viene del color que Shakespeare le da a los ojos de los Celos. ¿A quién cela la envidia? ¿El envidioso es un amante despechado por quién? ¿Por el éxito?

¿Y la envidia peruana? ¿Existe o es una de tantas cosas que alucinamos peruanas pero que son universales? ¿No es un comodín flojo para escudarse ante cualquier crítica? ¿Por qué son envidiosos los del encuentro en el Averno cuando rajan de los peruanos que publican en España pero no lo es Migoya, que hace lo mismo? ¿Hay envidia detrás de las críticas al premio a La Teta Asustada o purita ignorancia nomás? ¿Si el Jorobado raja de la izquierda caviar, es porque en el fondo los envidia? ¿Y los que decimos que Bareto esta sobrevalorado? ¿Los periodistas envidiamos la plata de los politicos, como decía Enith Chuquival?

¿De qué hablamos cuando hablamos de envidia? El Morsa, en un post que recomiendo (como siempre) leer completo, se va hasta la Colonia para responder:

Entendemos, en la sociedad criolla, que el éxito del otro se debió a una serie de factores externos al mérito o al esfuerzo: relaciones de compadrazgo, parentesco, etc. En realidad aspiramos al paquete completo. No solamente al éxito ajeno, sino también a sus contactos, a su capital social-familiar. La aspiración de movilidad social basada en “cómo te apellidas”. Por eso nos resulta sospechoso que Claudia Llosa gane un premio por mérito propio.

¿Por ahí va la envidia peruana? ¿Por la frustración de la inmovilidad social? No sé. ¿Y entonces cómo se envidia en Internet, donde se supone que todos somos igualitos y vivimos el sueño ácido de la democracia digital? De nuevo: no sé. Los periodistas sólo hacemos preguntas.