literatura , periodismo Miércoles, 22 octubre 2008

Bayly vs. Vargas Llosa, Beto vs. Magaly

betomagaly.jpgEsta semana los dos malos malosos de la tele nos han brindado sendas invectivas como le gusta a la gente. Dejo los links y un par de extractos para picarles el diente.

Jaime Bayly:  El escritor y el payaso

En represalia por dejar Princeton y volver a Lima, Mario echó a Álvaro de su casa en Barranco. (…)

Álvaro terminó asilado en casa de Fernando de Szyslo, amigo de la familia. Cierta tarde, Mario lo citó en el parque de Miraflores para convencerlo de regresar a Princeton. Alvaro volvió a La Prensa con un ojo morado. Mario le había dado un puñete. Ya se sabe que los grandes pensadores liberales a veces dan golpes a sus amigos escritores o a sus hijos díscolos. (Es siempre más fácil ser liberal en las palabras que en los hechos).

Desde entonces Mario me dio un poco de miedo, me hizo recordar a mi padre, que me pegaba cuando no le obedecía. (…)

El otro día, un pasquín peruano, con evidente mala leche, le preguntó a Álvaro por mí, presentándome como representante de la cultura frívola y acanallada, y mi amigo no me defendió. Yo lo hubiera defendido sin dudarlo de una pregunta tan insidiosa.

Y luego Mario le dice a mi amigo Pedro Salinas en una entrevista reciente: Bayly es inteligente y agudo, pero algo payaso. En efecto, puede que en ocasiones yo sea algo payaso (o divertido, según quien me juzgue), como Mario es a menudo algo solemne, pomposo y aburrido, por ejemplo en aquella obra de teatro que vi en Guadalajara o quejándose de la cultura del espectáculo, cuando él mismo hace de su vida un espectáculo incesante. Porque si tanto le molesta la cultura del espectáculo, que se recluya en una casa de campo y deje de exhibirse ante las cámaras de todo el mundo (que es una parte de la cultura del espectáculo, aquella que lo glorifica, que no parece irritarle tanto).

Beto Ortiz: Estimada enemiga

Tu desgracia –fíjate qué ironía- fue lo mejor que le pudo haber pasado a nuestro programa. (…)

Aquella noche, tu personal infierno se convirtió en la mejor alternativa de entretenimiento para miles de familias peruanas. Pero no me malentiendas. No es nada personal. La farándula es así. Tú y yo somos periodistas y nos entendemos. Así es nuestro trabajo y tú lo sabes. Así es Chollywood. Tú eres una persona pública. Y ya se sabe que todo, absolutamente todo lo que le pase a las personas públicas es noticia. No sabemos hacer otra cosa: nos limitamos a mostrarle al público la realidad, por más triste o cruda u horrenda que parezca, nos limitamos a hablarle con pruebas, con testimonios, con i-má-ge-nes. Y si no les gusta lo que ven pues… son todos libres de usar el poder del control remoto, ¿no es verdad?

Pero nadie cambió de canal para no verte llorar. (…)

Tus lágrimas fueron del más completo agrado de nuestra exigente audiencia. Tu desesperación fue su solaz, su éxtasis, su vacilón. ¿Suena monstruoso? Son gajes del oficio, colega. Yo no inventé las reglas. Es así como funciona este negocio: bien lo dice la inmortal sentencia de Santa Mónica (Adaro): Business son business, remember? (…)

No celebré tu crucifixión como tú alguna vez celebraste la mía en medio de globos, pica-pica y serpentinas, No me reí a carcajadas. No di de brincos. No propuse un brindis. No bailé el tao-tao. No aplaudí. Pero para serte absolutamente franco, tampoco me eché a llorar ovillado -como un feto en un rincón- como sí recuerdo haberlo hecho las innumerables veces en que complaciste tu ego a fuerza de hacerme mierda ante todo el país y de exigir para mí, golpeando la mesa, muchísimos años de cárcel. Y así como siempre supiste que Paolo Guerrero no se amaneció juergueándose, que Déborah de Souza no era una vil estafadora, que Claudia Cisneros jamás destruyó ningún hogar, que César Ritter se defendió porque ordenaste que lo provocaran adrede, que Pietro Sibille no acuchilló a su vecino ni vendió nunca pasta básica, que a Yesabella la sembraste con Lalito Arancibia, el fumón de la cuadra de Ney en Salamanca al que luego tuviste que esconder de la prensa en Puerto Palmeras y que la famosa trampa del Tenchy Ugaz llegó hasta Trujillo con pasaje pagado por ustedes, llevada de la manito por tus fieles chacales….así como, en el fondo de tu improbable corazón sabes todo eso, sabías perfectamente que estabas mintiendo cuando tu boquita letal me acusaba de ser una amenaza para los niños. Sabías –porque eras mi amiga- que no soy violador ni depravado sino apenas gay.

Servidos.