Las sentencias contra Sendero Luminoso
Acabo de escuchar la lectura de las sentencias del fuero civil contra la cúpula de Sendero Luminoso. Las de Abimael Guzmán y su pareja, Elena Iparraguirre son -como tenían que ser- de cadena perpetua.
El resto fluctúa entre los 24 y 35 años de condena, por lo que imagino que la Procuraduría piteará. Osmán Morote es el que saldrá primero: el 2013, porque fue condenado a 25 años a la sombra y la sentencia se cuenta desde su captura en 1988.
Óscar Ramírez Durand (a) Feliciano es el que único que recibió «sólo» 24 años (la mayoría fue sentenciada a veinticinco). Presumo que el año descontado es una especie de consideración debido a que fue el único de todos los cabecillas en colaborar con la justicia y, además, en arrepentirse y pedir perdón al país, ante la Comisión de la Verdad.
El caso emblema contra Sendero y que ha sido la columna vertebral de la acusación es el de Lucanamarca, tal vez la peor masacre cometida en la historia de nuestra República -casi 70 campesinos asesinados a punta de hachazos y machetazos- contra una comunidad ayacuchana que cometió el delito de autodefenderse de los terroristas.
El propio Guzmán -en una delirante entrevista a El Diario– confesó la brutalidad:
…nuestro problema era un golpe contundente para sofrenarlos, para hacerles comprender que la cosa no era tan fácil; en algunas ocasiones, como en ésa, fue la propia Dirección Central la que planificó la acción y dispuso las cosas, así ha sido (…) ahí lo principal fue hacerles entender que éramos un hueso duro de roer, y que estábamos dispuestos a todo, a todo(…)
La Sala ha pedido una reparación civil de 3 mil 700 millones de soles. Claro, el monto es simbólico y difícilmente Guzmán y sus secuaces lo pagarán, pero el procurador Cabala una vez me dijo que el aspecto menos investigado de Sendero era su financiamiento y a dónde se fue todo el dinero que robaron y obtuvieron de los famosos «cupos».
Sí pues. Hay verdades que insisten en permanecer ocultas, así pasen los años y las condenas.
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