noticias Sábado, 19 agosto 2006

Para que no digan que soy puro raje…

…hoy celebro una buena noticia. Vía La República:

Las seis más grandes compañías mineras del país, con convenios de estabilidad tributaria, decidieron dar un aporte voluntario, según un documento interno difundido ayer por La Ventana Indiscreta.

De acuerdo al documento de Barrick, Pierina, Antamina, Cerro Verde, Yanacocha y Tintaya, «el aporte voluntario que ha propuesto el gobierno es la mejor alternativa para preservar la estabilidad jurídica del país», por lo que demandaron una pronta cita con el primer ministro Jorge del Castillo.

Y no tuvieron que esperar mucho. Minutos después, el premier llamó al programa y los citó para el lunes a las once de la mañana en la PCM a fin de evaluar la propuesta. «Hasta el día 24, fecha de la presentación del gabinete en el Congreso, este tema lo definimos», afirmó.

Biiieeeennn ahí. A Jorgito lo que es de Jorgito.


Ojo que no celebro con un sentimiento antiminero primitivo: es indiscutible que las mineras -aunque paguen impuestos a cuentagotas, cuando los pagan- han parado la economía nacional.

Pero también es innegable que las exageradas sobreganancias generadas por la bonanza mundial del precio de los minerales (clic para ampliar el recuadro inferior) sólo acentúan las contradicciones entre las empresas mineras y las maltratadas comunidades que las alojaban.


¿Ven ahí? En el 2002, Yanacocha obtenía poco menos de 700 millones de soles en utilidades. Con el boom de los precios, sus ganancias para este año se proyectan en tres mil millones y medio (S/. 3,442’000,000 !!). Ya era hora que lo que el Perú recibe estuviese en proporción al aumento del precio mundial.

Ahora, el primer problema está en que ese «aporte» puede terminar como el canon minero que administran algunos municipios del interior del país: convertido en una plaza de toros o en un monumento al ají de gallina (ver revelador reportaje de María Isabel Torres sobre el canon). Repartir juiciosamente esos aportes va a ser una tarea que exigirá mucha planificación y mucha transparencia desde el gobierno.

El segundo problema está en el mismo concepto de «aporte voluntario». Suena bien gaseoso, además de coyuntural. Como dice Humberto Campodónico -que suele exagerar pero que en esta ocasión le achunta-:

«Nos parece que mejor hubiera sido sentarse a la mesa a renegociar el contrato (fijando un precio piso a partir del cual las empresas debieran pagar un impuesto a la sobreganancia), como el gobierno lo va a hacer con el consorcio Camisea, ya que no hay ninguna diferencia entre ambos casos. El camino escogido es complicado y poco transparente.»

Sí, ya sé que «renegociación» es mala palabra y si la dices tres veces sube el dólar, pero, vamos, al fin y al cabo ésa -y no los aportes voluntarios- fue la verdadera promesa de campaña del Presidente.

(hurm. y yo que había prometido no rajar.)