noticias Viernes, 11 agosto 2006

Un dulce porvenir en el Huallaga

huallaguino con cacaoLa semana pasada me di un paseo por el río Huallaga, en zonas que alguna vez fueron cocaleras. Pero no fui en busca de coca, sino de cacao.

(Una atingencia antes de continuar: Por supuesto que la hoja de coca es sagrada. Faltaba más. No se vayan a enojar los apus.

Pero el narcotráfico no es sagrado: corrompe, contamina y, sobre todo, asesina. La única solución integral es la legalización, pero -por el momento- resulta inviable.

Entonces, ¿qué hacemos?

Para empezar, fíjense nomás -en el mapita de al lado- en el departamento de San Martín. Según los padrones de Enaco, en esa región tan sólo 1134 hectáreas son de cultivos legales y registrados de coca.

Todo lo demás, lo coloreado de verde -a ojo de buen cubero, casi la mitad del territorio, unas 25 mil hectáreas- son de cultivos ilegales.

Evidentemente, tenemos un problema. Pero no se trata de arrasar con la coca, sustituir los cultivos y dejar que los cocaleros se las arreglen solos. Por eso, el PDA (programa de desarrollo alternativo) está llevando a cabo una sustitución de cultivos con proyección social.

Gracias a la visión integral del PDA, los cocaleros ilegales de San Martín -que son la gran mayoría en ese departamento- han empezado a cambiar, en serio, su coca por cacao.)

¿Y por qué buscaba yo cacao? Porque los actuales cacaoteros -los excocaleros- ofrecen testimonios muy crudos, de primera mano, de lo compleja que es la lucha contra el narcotráfico en el Perú, el segundo país exportador de cocaína (ojo: cocaína pro-ce-sa-da) en el mundo.

Y sí, es una lucha compleja. Sobre todo porque acá estamos disminuyendo la oferta, pero nada se habrá logrado si en el primer mundo no disminuye -ley básica del mercado- la demanda. Y eso no depende de nosotros, sino de los países consumidores.

Pero de nosotros sí depende algo muy concreto: que el Perú no se convierta en Tijuana. Así de simple. Y así de inminente, si no detenemos el narcocircuito a tiempo. El cacao -y el desarrollo que conlleva- es un dulce forma de empezar.

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