noticias Sábado, 13 mayo 2006

El Código de Preacher

Pocas cosas me hacen maravillar tanto ante la estupidez de los seres humanos, como los conflictos de intolerancia religiosa.

Y, de entre todos esos debates, la polémica sobre el Código Da Vinci es el non plus ultra, el ya-no-ya, the ultimate idiotez.

Lo más delicioso que he encontrado al respecto es El Código Da Vinci y sus mentiras, una delirante web creada por el Arzobispado de Lima, cuyo jefe, por si nos hemos olvidado, es una eminencia del Opus Dei.

Es que tienen que ver la web, es un locura. Es como si el INC hubiera desperdiciado su tiempo -y dinero- identificando todos los dislates de Las locuras del Emperador, la sosa película de Disney que supuestamente ocurría en el Tahuantinsuyo.

(¿Y Preacher? Ya, ya, aguanten.)

La obra magna de Dan Brown es una novelita comercial bastante simpática y enganchadora. Absolutamente deleznable, claro, pero tiene «Hollywood» escrito en cada capítulo. Va a ser una película digna de verse con harta canchita.

Por supuesto que tiene un montón de errores históricos (el colmo llega cuando atribuye un origen místico a la nomenclatura política de «izquierda» cuando hasta Blanca Nieves sabe que el término viene de la Revolución Francesa). Pero ése no es el problema. Total, en Star Wars el sonido viaja a través del vacío y el Millenium Falcon alcanza la velocidad de la luz, y nunca he visto un comunicado de la NASA revelando las «mentiras» de George Lucas.

Lo que a mí no me gusta es que se toma demasiado en serio la manida teoría de La Sociedad Secreta Que Resguarda La Descendencia de Jesucristo.

A diferencia de -ya llegamos- Preacher, que recurre exactamente a la misma teoría de la conspiración. Sólo que se mea en ella. Literalmente.

WARNING: SPOILERS AHEAD!!

Preacher es una tarantinesca saga publicada por Vertigo/DC Comics, escrita por Garth Ennis y dibujada por Steve Dillon, entre 1996 y el 2000. Cuenta la historia de Jesse Custer, un sacerdote de Texas que es poseído por un ente que resulta ser el hijo de un ángel y una demonia. El ente es tan poderoso que Dios -asustado- renuncia y abandona el Cielo.

Entonces Jesse -junto a su novia mercenaria y un vampiro irlandés- decide rastrear a Dios para, en resumen, desahuevarlo.

En el camino se topan con El Grial, una milenaria y poderosa organización secreta establecida al sur de Francia, cuyo principal objetivo es resguardar el linaje de los descendientes de María Magdalena y Jesucristo.

¿Les suena? El Grial es básicamente lo mismo que El Código llama El Priorato de Sión.

Pero Preacher es mucho mejor que la novela de Dan Brown. En El Código nadie se plantea el absurdo de defender una supuesta sangre que, después de dos mil años de mezclas, no debe conservar ni trazas del ADN divino.

En cambio, Ennis se ríe de las teorías conspirativas. Explica que El Grial ha protegido la pureza de la sangre de Cristo, obligando a sus descendientes a procrearse entre sí durante veinte siglos.

El resultado lo pueden ver en la imagen anexa. Un miembro del Grial, Herr Starr, lo explica así: «After two thousand years of keeping them breeding inside the one bloodline, we’re lucky the bastard doesn’t have antennae.» ¡Pero es la Sangre de Dios!, replica su interlocutor escandalizado luego de conocer al cretino mutante que resulta ser el último descendiente de Jesús.

Starr responde: «Son of God or son of man: you can’t fuck your sister and expect much good to come of it«.

A diferencia de El Código, en Preacher la organización que proteje la sangre de Cristo es un grupo siniestro, fanático y decadente. Su líder no es un erudito bibliotecario francés, sino el Allfather D’Aronique, una suerte de hiperobeso Papa bulímico.

En Preacher, como en la novela de Dan Brown, el líder de la organización secreta es asesinado. Pero en el cómic de Garth Ennis, su muerte acaba con el linaje de Cristo: el Allfather cae, desde un helicóptero, encima del último descendiente de Jesús.

Splat!

En fin. La verdad, hubiera querido que la jerarquía eclesiástica protestara en su momento contra Garth Ennis como lo hacen ahora contra Dan Brown.

Con una propaganda de ese nivel se hubiera incentivado la lectura del cómic, elevando el nivel cultural y alimentado la inteligencia de muchos de los que -en vez de leer Preacher- este 18 de mayo se atracarán de pop corn en el estreno del último fracaso de la Iglesia Católica.